Si el niño tiene problemas para tomar leche pura, se debe procurar que ingiera calcio a través de derivados lácteos u otros productos que lo contienen.
A la mayoría de los niños les gusta la leche, que constituye un alimento excelente para ellos. Pero hay algunos a los que les da arcadas y no la pueden tomar. Esto puede deberse, en general, a dos motivos: les desagrada mucho o les sienta mal. Este artículo trata de ofrecer una solución para este problema, desde otros modos para que los pequeños tomen leche hasta cómo sustituirla en su dieta. Además, se describen los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche de vaca y se dan consejos para actuar ante estos problemas.
La leche da arcadas al niño, en busca de una solución
Hay niños, de diferentes edades, a quienes la leche les resulta desagradable. No son la mayoría, pero tampoco son casos excepcionales. Sobre todo en el caso de los bebés y los más pequeños, su cuerpo encuentra una forma de expresarlo: las arcadas. Esto genera preocupación en los padres por varios motivos, desde el temor a que su hijo pueda padecer algún tipo de intolerancia o alergia y que el consumo de leche ponga en riesgo su salud, hasta las carencias nutritivas que la ausencia de este producto en la dieta puede ocasionarle. ¿Qué deben hacer?
En primer lugar, es importante recordar que si a un niño no le gusta la leche, a veces es poco lo que se puede hacer. El gusto, hasta cierta medida, puede «educarse», pero también todos tenemos algún sabor o alguna textura con la que no podemos lidiar, aunque lo intentemos.
Puede parecer hasta paradójico que a un pequeño le desagrade la leche, dado que, en una época no muy lejana de su vida, esta sustancia constituyó su único alimento. Sin embargo, en ocasiones allí reside la explicación. La que le gustaba era la leche materna y, luego, nunca llega a acostumbrarse al sabor de la de fórmula o la de vaca. Entonces hay que pensar en otra solución.
Otros modos de tomar leche
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), en la actualidad «se consume mucha más cantidad de leche que antaño, porque en el mercado hay gran variedad de derivados lácteos, listos para tomar». Es decir, los niños de hoy no ingieren tanta leche en estado puro (es decir, líquida y blanca, más allá de los procesamientos industriales que atraviesa) como los de antes, pero sí contenida en yogures, cuajadas, quesos, natillas, batidos, helados y otros productos. A algunos la leche pura les da arcadas, pero no ocurre lo mismo con estos derivados lácteos. De manera que, en algunos casos, estos productos permiten compensar buena parte de los nutrientes que estos menores no consumen en forma de leche, pero cuidado, porque en muchos casos (natillas, arroz con leche y otros postres lácteos azucarados, batidos y helados comerciales, yogures de sabores…) aportan otros nutrientes no recomendables en exceso como azúcares, y/o grasas de baja calidad.
Del mismo modo, un posible remedio para que los pequeños tomen leche es acompañarla con otros sabores, combinándola con otros alimentos saludables como fruta (fresca o deshidratada), verduras, cereales integrales, especias, etc. Algunas sugerencias de consumo podrían ser:
- Batidos de frutas y/o verduras con leche. Así, además de leche, añadimos una ración de estos grupos de alimentos que son necesarios y por regla general no consumimos con la frecuencia ni cantidad recomendada. Puede ser una buena manera de aprovechar las frutas que se nos estén quedando maduras.
- Leche con cereales. Los más recomendables son los copos de avena, y los copos de maíz; y para aportarles más sabor y dulzor, los podemos mezclar con unas frutas deshidratadas como piña, orejones…, eso sí, sin azúcares añadidos.
- Si la leche sola no la toman bien, podemos probar a darle sabor espolvoreando un poco de canela o aroma de vainilla.
La leche no es indispensable: ¿cómo sustituirla en la dieta del niño?
Un dato fundamental al tratar estos asuntos es que, superada la etapa de la lactancia materna, los menores pueden vivir sin tomar leche. Como informa la AEP, la leche es «un excelente alimento, sobre todo como fuente de calcio», pero «no es indispensable».
El calcio, indican también los pediatras, desempeña un papel fundamental en el desarrollo de los huesos y, por lo tanto, en el crecimiento de los niños. Pero la leche no es el único alimento que contiene esa sustancia, pues también se puede obtener a través de otros productos. Alguno de ellos que nutren de calcio son los siguientes: frutas como naranjas, kiwis e higos, frutos secos como almendras y avellanas, cereales como la avena y el trigo, legumbres como los garbanzos, la soja y las alubias, verduras como la espinaca y las judías verdes, pescados como el besugo, el gallo, el boquerón y las sardinas y la yema de huevo. También las carnes rojas, aunque en menor medida.
El contenido de calcio en estos alimentos es bastante menor que en la leche. Por lo tanto, para alcanzar la cantidad diaria recomendada (que va de unos 200 miligramos en recién nacidos hasta unos 1.300 en niños y adolescentes de entre 9 y 18 años) serán necesarias raciones importantes de estas alternativas.